Desde muy
temprano sentí necesaria la separación, la lejanía.
Pero
absurdamente, quise a veces imitar a otros; y me dominó a veces la envidia ante
esos otros: de sus gestos, de sus relaciones, de sus propósitos…
Obligado a reconocer
mi rostro caminante, entre la aprobación y el remordimiento, fui aprendiendo poco
a poco a distinguir a mi manera, a nombrar a mi manera, a actuar a mi manera.