Reúno palabras,
voces superpuestas que jueguen con el color de sus letras y se graben con
fuerza en alguna página. Muchas, la mayoría, se borrarán. Otras, alimentarán voces
que irán llegando junto a los días sucesivos e impredecibles.
Las voces: aparecen
de improviso. Las busco. Llegan hasta mí; o, por el contrario, me rehúyen
ariscas. Me ocultan o me muestran. Pugnan por salir al afuera o esconderse en
los adentros de muchos escondrijos. Son mi manera de dejar constancia de mí
mismo. Me permiten relacionar las cosas más disímiles, ilustrar senderos,
pronosticar rumbos crear espacios de sentido que solo yo logro comprender… Forman
parte de mi tiempo. Su evolución es la mía. Su silencio es mi mutismo y mi
fracaso. Escribirlas me ayuda a entender, a preguntar, a pronosticar, a reunir…