jueves, 8 de noviembre de 2012

HAY EN LOS MOMENTOS INICIALES...


Hay en los momentos iniciales de la película Gringo viejo, adaptación de la novela homónima de Carlos Fuentes, una escena en la que el personaje del escritor norteamericano Ambrose Bierce afirma que todas sus palabras, las miles de páginas que escribió para quien fuera su principal empleador, el magnate de la prensa, Randolph Hearst, sirvieron principalmente para enriquecer a ese todopoderoso dueño de periódicos. Es un comentario que despierta importantes inquietudes en la relación de todo ser de palabras con sus voces escritas: ¿escribir para quién o para qué? Creo que sólo existe una respuesta a esa pregunta: todo escritor escribe para sí mismo; definitivamente, no para la ambición de un librero o una empresa editorial. Se tratará siempre de escribir para su propia satisfacción, para distinguir en ese espacio de voces que acoge sus ideas y sus imaginarios una estética que a él y sólo a él corresponderá trabajar hasta sentir enteramente suya.