Al leer respondo
a eso que otro me dice. Mi diálogo con el libro es, sobre todo, mi respuesta a
él. Hablar con los libros es hacer de ellos algo real; descubrir influencias
que incorporamos al espacio de nuestras propias experiencias. Existen libros (como
sucede en general con todo genuino espacio estético) que añaden en nosotros
imágenes, rostros, escenas y acciones que quizá nunca llegarán a abandonarnos
del todo. Libros que nos guían, que nos señalan opciones a las que acogernos,
inconscientemente, sin darnos cuenta, acaso, de que ellos están escribiendo una
suerte de subrepticio guión para muchos de nuestros pasos. A través de los
libros, podemos identificarnos con gestos y respuestas que nos sentimos capaces
de asumir, modelos en los que podemos reconocernos.