Hay libros, dijo Marguerite
Yourcenar, a los que nos podemos atrevernos hasta no haber cumplido cuarenta
años. Libros de palabras atesoradas, libros-diario, libros-espejo,
libros-retrato, libros-testigos de nuestras voces y vociferaciones,
libros-confidentes del tiempo que nos nombra y que nombramos, libros-cómplices
de nuestros días sucesivos, libros-interlocutores, libros-reflejos de
experiencias y de actos, libros escritos desde adentro de cada uno de nuestros
años.