Había una vez... las voces con que empecé a
nombrar el mundo y a nombrarme dentro del mundo; voces como ésas con las que
empiezan tantas preguntas infantiles: ¿qué es esto? ¿qué quiere decir aquello?
¿Por qué sí? ¿Por qué no?
Había una vez... las voces que empecé a
leer y que leo. Me entretienen, me abstraen, me informan; pueden llegar a
apasionarme, aunque no las perciba mías ni cercanas a mi universo. Pero en
ellas descubro experiencias que me enriquecen y que, acaso, me conduzcan hacia
mi propia sabiduría.