Curiosa paradoja en ciertos
países en los que orgullos colectivos, oficiales y simples, suelen convivir con
la marginalidad extrema de sus principales artistas. Como si las simplistas
retóricas de triunfo y de titanismo para consumo fácil de las mayorías, estuviesen
condenadas a chocar contra sensibilidades e inteligencias diferentes que, en
razón misma de su diferencia, contradijesen las confianzas mayoritarias.