Escritor, ensayista, poeta y docente venezolano. Ganador del Premio Nacional de Ensayo Mariano Picón Salas del Ministerio de la Cultura de Venezuela en 1992, fue miembro del jurado de dicho premio en la edición de 1993. Igualmente fue miembro del jurado del Premio Internacional de Cuento Francisco Herrera Luque y Presidente del I Congreso de Legislación Cultural Municipal, realizado en en febrero del año 1993 en la Universidad Simón Bolívar.
jueves, 31 de marzo de 2011
SENTIMOS, A VECES...
LABERINTO E INTEMPERIE...
Laberinto e intemperie: sitios de inhóspita soledad en los que encarnan algunas inexorables pruebas a las que nos somete la vida.
Laberinto e intemperie: metaforizaciones posibles del camino: como desorientación, como interminable circularidad o como proliferación de vaivenes sin sentido...
ROSTROS
A veces prójimos pero muy rara vez realmente próximos, nos rodean los rostros: amistosos o inamistosos, agradables o desagradables, imprescindibles o superfluos, cercanos o lejanos, comprensibles o impenetrables, apacibles o coléricos, inteligentes o estúpidos... Los rostros: los contemplamos con sus cambiantes gestos; a menudo confusos, engañosos o impredecibles, acercándose o alejándose de nosotros generalmente de acuerdo a nuestra voluntad de acercarnos o alejarnos de ellos.
miércoles, 30 de marzo de 2011
LO QUE A NUESTRO ALREDEDOR...
Lo que a nuestro alrededor percibimos como amenazante, a la larga, fortalece nuestra lucidez. Estamos alertas en medio de esa percepción de vulnerabilidad que, a veces, nos acompaña.
ME ES PRECISO...
martes, 29 de marzo de 2011
ESPIRAL: FORMA DEL GIRO...
lunes, 28 de marzo de 2011
LO ABIERTO, LO CERRADO
Abierto es lo amplio, lo grande, lo vasto; cerrado, lo pequeño, lo parcial, lo estrecho. Abiertos son los lugares inmensos y recorribles; cerrados, los sitios limitados y cobijantes. Ambas nociones, apertura y encierro, pueden evocar, por igual, visiones de valor o antivalor. Dentro de lo abierto, valor serían la amplitud relacionada a la libertad de movimientos, a los itinerarios repletos de recorridos y hallazgos, a las aventuras interminables dentro de lo maravillosamente desconocido. Antivalor serían la inmensidad relacionada con el desconcierto, el desamparo, el extravío; no la amplitud del viaje, la aventura y la búsqueda, sino el espacio que es sólo desolada intemperie: inmensidad que condena a quien la recorre a vivir en una perpetua errancia. En lo cerrado, valores serían el cobijo, la protección y el amparo de los sitios guarnecedores; el techo y el suelo que nos rodean y mantienen alrededor de un centro innegable y en torno a un tiempo que nos ha ido creando junto a él. Antivalor en lo cerrado serían el encierro que es sólo encierro, la mínima espacialidad; el ínfimo territorio frío y desnudo que nos agobia en inamovilidad forzosa, que nos condena al tedio interminable o a la hastiante reiteración de acciones y movimientos.
LO ÉTICO DEBE SUSTENTAR...
Lo ético debe sustentar la inteligencia, la reflexión, la imaginación, la lucidez; apoyar los hallazgos y las construcciones; orientar el camino y sus diseños y sus significados...
sábado, 26 de marzo de 2011
QUIZÁS LAS GRANDES EXPERIENCIAS DE LA VIDA...
sábado, 19 de marzo de 2011
BAJO EL SIGNO DEL VIAJE Y DE LO VIAJERO...
Bajo el signo del viaje y de lo viajero, José Manuel Briceño Guerrero, en su libro El laberinto de los tres minotauros distingue viejísimos imaginarios relacionados por siempre con nuestra América. El continente americano, dice Briceño, fue y es lugar de paso, encrucijada de gentes que llegaban provenientes de todas partes del mundo; y que, a veces, permanecían en los lugares nuevos, pero que, otras muchas, regresaban a sus sitios de origen para no volver jamás. “En nuestro pasado ancestral colectivo –comenta Briceño- hay siempre un viaje por mar hacia lo desconocido, una separación voluntaria o forzada del mundo originario.” América, pues, como espacio al que llegaban y llegan seres que vienen de lejos, lugar de destino siempre frágil; o, más que sitio de destino: territorio de paso en el que pululan muchos transeúntes de pasos inciertos y de acciones fugaces poseedores de una ética de lo aventurero y lo transeúnte; moral que hace de lo provisional y mutable rutina y que asume que cuanto rápida y fácilmente llega, rápida y fácilmente también se desvanece; ética del habitante convertido en ser de paso que desdeña los esfuerzos sostenidos y la constancia de los propósitos porque supone sólo se medra en el albur de lo imprevisto y en los aleatorios recovecos del azar; moral que impone la convicción de que lo imprevisible o impensable acechan siempre.