viernes, 7 de noviembre de 2025

Extiendo la mano...

         Extiendo la mano. Toco el vacío. Acaricio la nada. Golpeo la única puerta de una muralla interminable. Llamo a gritos sin escuchar respuesta alguna. Palpo el espacio decantado por los años desde el remoto lugar de alguna infantil memoria. Reconstruyo pasos que di y olvidé y que ahora, a solas conmigo, evoco. El ir y venir de las horas me señala la necesidad de avanzar a lo largo de días que se suceden, se contradicen, se niegan, se superponen... Diviso argumentos presentes, pasados y venideros. Me rodean mentiras y verdades: filigranas, ambas, necesariamente desentrañables, cara y contracara de todo tiempo humano. Me muevo entre tientos y espacios clandestinos. Me refugio en la quietud oscura. Me aparto del ruido y del resplandor. Palpo imágenes con sabor a encierro. Al margen de un tablero de ajedrez, coloco mis ilusiones. Recorro así los tiempos que me justifican, mientras viejas quimeras dormitan en los rincones de mi presente. Más firme la duda que la certeza, deshago mis pasos sobre asombros superpuestos mientras cada una de mis auroras pareciera apuntar hacia un impredecible ocaso de contradicciones. Carezco de definitivas respuestas. Solo poseo mi asombro hacia aquello no puedo explicar. Arduos desplazamientos señalan mi deambular transeúnte. Nunca estaré demasiado seguro de mis rumbos ni de mis pasos sucesivos ni de mis días en tanta noche desdoblados.