Somos desgarrado espacio de una descomposición anunciada.
Sobre la imagen de un permanente rumbo hacia el deterioro fuimos
construyendo códigos, fórmulas,
alocuciones…
Nos acostumbramos al absurdo griterío que obligaba a la obediencia
de una sola razón.
Somos ahora sueño roto.
Fuimos enumerando sin sumar, restando sin aprender, multiplicando
vacíos, deshaciendo días empeñados en cargar el pesado fardo del desperdicio.
Fuimos –y somos- silencio sin comprensiones, refutación de
armonías, inmensidad de cenizas.
Somos -y fuimos- demasiado crédulos, propensos a dejarnos engañar
por palabras y apariencias.
Fuimos, somos y seremos descarnada versión de lo cotidiano
abruptamente quebrado en pasos nunca sucesivos, visión de lo inconcluso
permanentemente repetido, permanente regreso del tiempo en irradiaciones
obsesivas.
Nos despojamos de lo posible para sustentarnos en lo inverosímil.