viernes, 19 de enero de 2024

 De muchas maneras...

De muchas maneras podemos relacionarnos con la realidad, y sin duda la escritura es una de ellas. Escribir para otorgar a las palabras la potestad de nombrar, describir, explicar... ¿Qué? Acaso eso que por años pudo resultarnos difícil entender o aceptar. Eso que fuimos descubriendo como respuestas esenciales a nuestra propia existencia. Eso donde reflejar nuestra eventual inconformidad sobre muchas cosas. Eso que concita nuestra curiosidad y asombro. Eso que vislumbramos a nuestro alrededor como un sentido para entender el tiempo que pertenece a todos... Y escribir siempre desde el reconocimiento de la oportunidad de las voces; de su potestad para nombrar creencias, opciones de vida, aprobaciones y condenas, definiciones muy personales... 

Elocuencia de la voz que se expresa desde una doble intención: la de señalar lo nombrado junto al nombrador. Elocuencia que descubre en la acción de las palabras (de ese acto que nos acerca al mundo a través de las palabras) una manera, no solo de comunicación con la realidad, sino de hacer de las voces parte de nuestra más humana realidad.

La rebeldía del inconforme... ¿Acaso un desacuerdo consigo, con su manera de relacionarse con su historia o con algunos fragmentos de ésta?  En todo caso, desacuerdo que  pudiera obligar al inconforme a buscar respuestas para apaciguar su necesidad de autoaceptación y para establecer  una conformidad entre su tiempo y el tiempo de todos; para dar un sentido a sus decisiones, a sus propósitos, a sus acciones, y, claro, también a sus voces.

Pienso que podría hablarse de inconformismo, incluso en la voz escogida por el rebelde para expresarse; de esa palabra que rechaza una pertenencia a muy definidos géneros y se propone existir, libre, indagadora y muy cercana al humano sentido de su mensaje; que salta de un tema a otro, consciente de su propósito por aludir a lo considerado necesario, exacto oportuno; que dibuja propósitos de vida y expresa cierta manera de vivir y de entender la vida; que abunda, bien en escuetas afirmaciones y aforismos, o se explaya en sentimientos y emociones al vaivén de recuerdos, apuestas y creencias... Y siempre, siempre, palabra de forma fluctuante, moviéndose, desplazándose, avanzando por  muy diversos cauces, identificados con las peripecias de alguien que, con sus voces, se propone acompañar memorias, intenciones, sueños, ilusiones...