viernes, 24 de septiembre de 2021

 

Vislumbrar…

Vislumbrar en nuestras palabras un mundo posible ordenado de acuerdo a nuestra propia voluntad. 

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En nuestras ideas…

En nuestras ideas vive la intensidad del instante, el significado de los recuerdos, la transparencia de alguna intuición, las certezas y las dudas… Vive, en fin, nuestra personal traducción del universo.

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Entendemos desde el ahora…

Entendemos desde el ahora que nos rodea o los recuerdos que no nos abandonan o desde la lucidez que nos orienta o desde la imaginación que nos permite soñar o desde la sensibilidad que nos resulta imposible evitar.

Entendemos a nuestra manera, de acuerdo a un entorno, un antecedente, una ilusión, una creencia, una esperanza...

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Enfrentar el desafío…

Enfrentar el desafío de los días en personales rituales inspirados, acaso, en viejas rutinas infantiles.

Alcanzar personales verdades junto al acatamiento de la irrealidad y el apoyo de nuestra imaginación afirmativa.

viernes, 17 de septiembre de 2021

EL SENTIDO DE ÍTACA

 

    Acaso una de las cosas más importantes que una universidad pueda ofrecer a sus estudiantes sea la enseñanza de la lectura. Hacer de ésta un símbolo de aprendizaje, una alegoría del saber; leer como un estímulo del pensamiento. Luego, y siempre a partir de la lectura, será el siguiente paso: compartir, estudiantes y profesor, la comprensión de lo leído en un diálogo que reúna ideas, visiones, preguntas, respuestas...

    El profesor deberá saber elegir las lecturas. Organizarlas en un cuerpo o canon de referencias concebido como una vía hacia el conocimiento y el compromiso para con el conocimiento. Se trata de elegir textos estimulantes, inspiradores, aceptando en ellos la irrefutabilidad de ciertas verdades y la fortaleza de argumentos capaces de imponerse en todas las circunstancias.

    En mis diálogos con los estudiantes, jóvenes comenzando a vivir, enfrentando por vez primera los retos de la existencia, suelo acudir al conocido poema, “Ítaca”, del griego Constantino Kavafis. La edad del joven en el tiempo universitario es especialmente significativa: dejó de ser un niño incapaz de asumir responsabilidades, sin ser todavía un individuo maduro formado -o deformado- por las experiencias de la vida. Vive el momento de comenzar a entender, de iniciar propósitos y búsquedas, de plantearse ciertas esenciales preguntas. Un de ellas no podría dejar de relacionarse con la extraordinaria afirmación de Kavafis en su poema: aprender a vivir constituye el sentido mismo de la vida. Y en ésta acechará siempre el riesgo de la desorientación. En el caso del joven, una desorientación agravada por una inmadurez que lo lleva a depender excesivamente de su propia irrealidad. Para conjurar ese riesgo el joven deberá relacionar sus aprendizajes con un sentido, con una finalidad de vida. Y a fin de cuentas eso es lo que propone Kavafis: la identificación de ese sentido. Mucho más que de sumar pasos, se trata de aprobar las propias huellas.

    Transcribo algunos fragmentos de “Ítaca”: “Cuando emprendas tu viaje a Ítaca/ pide que el camino sea largo,/ lleno de aventuras, lleno de experiencias … Que muchas sean las mañanas de verano/ en que llegues -¡con qué placer y alegría!-/ a puertos nunca vistos antes … Ten siempre a Ítaca en tu mente/ Llegar allí es tu destino./ Mas no apresures nunca el viaje./ Mejor que dure muchos años/ y atracar, viejo ya, en la isla,/ enriquecido de cuanto ganaste en el camino…”

    Todos estos imaginarios señalan la intención de Kavafis: comunicar ciertas verdades de vida, ésas a las que, como maestro, no podría dejar de compartir con mis estudiantes: la necesidad de valorar lo realmente importante, de entender la vida como constante compromiso con nosotros mismos, de aprender de nuestras principales experiencias; de atrevernos a creer y a decidir, a valorar y a elegir… La vida, propone Kavafis, es un fin en sí misma; y en ella, lo esencial, será aprender a vivirla día tras día.

viernes, 10 de septiembre de 2021

SANTIAGO...

    Santiago: reunías en tu vivaz inteligencia una curiosidad compañera de pasos, actos e intenciones. Reagrupabas tus ilusiones de arcoíris al forjar con tus manos la firmeza del hierro y la textura rugosa de piedras a las que comunicabas la firme pureza de tu espíritu.

    Santiago: tu sensibilidad de artista irradiaba el exacto sentido de tu personal bondad. Solitariamente, aguardabas por la comprensión de un universo más amable, mientras tu alma, sometida a la incesante búsqueda de propósitos y promesas, buscaba reagrupar y hacer realidad tus sueños volcándolos sobre un sinfín de formas y multicolores destellos.

    Santiago: junto a tus sentimientos concebías caminos que estabas destinado a emprender, siempre cerca de la transparencia de visiones capaces de convertirse en firmamentos de promesas.

    Santiago: entre luces y sombras recorriste muy diversos territorios. Pero fue el territorio de tu corazón el verdadero jardín donde nacieron tus respuestas, el sitio de tu propio paraíso y tu rincón destinado a cobijarte.

    Santiago: la pureza de tus sentimientos chocaba con la confusión de muchos desdibujados centros, con demasiadas preguntas sin respuesta, con iniciativas desvaneciéndose en interminables goteos desparramados sobre el suelo.

    Santiago: sometido a la complicada cadencia de un tiempo que te enfrentaba a la aspereza del mundo, nunca cejaste en tu empeño por perseguir hasta el límite la razón de tus creencias, por hacer realidad tu sueño de quimeras fuera del alcance de las miradas y comprensiones de muchos otros.

    Santiago: la imagen de un pequeño zorro avanzando por entre las piedras que jalonaban un hermoso jardín silente, a la sombra de bellísimos cipreses dormidos, me comunicó el símbolo de tu alma y tu cuerpo armoniosamente reunidos en un ya definitivo y dulce sueño.

viernes, 3 de septiembre de 2021

Agotada danza de un tiempo que muere…

 

    Agotada danza de un tiempo que muere. Las horas ahogan a las horas en ya brusco chapoteo. Los dioses cuelgan, inertes, en la bóveda de un cielo auroral. El tiempo se desvanece en instantes siempre iguales a sí mismos. Los interminables relojes han detenido su desasosiego en el centro de un devastado caos. Exhaustos, los protagonistas del viejo tiempo continúan danzando. Burócratas y banqueros, burgueses y políticos, comisarios y profetas, amos y esclavos: todos unen sus manos en el ritual sagrado de las mayorías. Todos continúan la danza al compás de la suma y la estadística, de la cuantificación y el balance, del promedio y el porcentaje. La mortecina luz del amanecer anuncia el fin de la fiesta. Sobre las cabezas de los agotados comensales cae el telón. Las anteriores llamas se han convertido en apenas lumbre, preludio de ralas cenizas. Todas las horas avanzan hacia el último cansancio. La mímica universal del aburrimiento oculta el vacío de un tiempo enloquecido que está olvidando las palabras.