martes, 13 de julio de 2010

LAS VOCES TIENEN SU MOMENTO...

Las voces tienen su momento y es absurdo malgastarlas pronunciándolas inoportunamente. Si las utilizamos a destiempo pierden su fuerza y su sentido. Protagonismo de la voz que con nosotros permanece. Y es que las palabras deben salir de adentro de nosotros y entrar en el mundo. La palabra que escribo, ésa a la que me aferro, ésa en la que me reconozco, esa tras la cual me escondo o me enmascaro, ésa junto a la cual me invento... Todos se parecen, todas aluden a parecidas urgencias: conocer, nombrar, ordenar, definir, jerarquizar, situar, avanzar... En el fondo, siempre un mismo propósito: escribir esas comprensiones que fueron haciéndose asideros de los que no podría separarme ni dejar de arroparme con sus signficados.

lunes, 12 de julio de 2010

Paul Valéry y las razones de la escritura

Alguna vez enumeró Paul Valéry las tres razones que él creía que llevaban a alguien a escribir: la primera, procurarse placer y alegría; la segunda, lograr que muchos individuos llegasen a conocer su nombre; y la tercera, conseguir, a través de la escritura, un genuino conocimiento acerca de las cosas sobre las que escribía. En mi propia interpretación de las palabras de Valéry: la escritura está allí para permitirnos hacer con ella lo que nos venga en gana. Y una opción será, precisamente, utilizarla como expresión de un saber sobreviviente que nos permite, junto a nuestras voces, conjurar la aspereza de un camino en el que siempre existe la amenaza de la desorientación o el desvanecimiento.

Mundo interior y mundo exterior

Nuestro mundo interior no podría existir sin un constante y necesario contacto con lo exterior. La escritura es la verbalización de ese contacto; un diálogo desde una ética que nos afirma como interlocutores de lo otro desde nuestras opciones y hallazgos y, de algún modo también, desde ese narcisismo que nos lleva a dibujarnos en nuestras voces.

sábado, 10 de julio de 2010

EL SER DE PALABRAS SE MUESTRA, QUIERE SER ESCUCHADO...

El ser de palabras se muestra, quiere ser escuchado. Quiere y necesita decir y quiere ser entendido por eso que dice. Suele ser, también, orgulloso: de su palabra, de su voz. Sólo que su orgullo es interior, nunca abiertamente postulado ante los otros. Si así fuese, se convertiría en necia presunción, pretensión pueril. Su orgullo debe nacer, sobre todo, de sus propias convicciones, de sus acuerdos interiores consigo mismo, de su aceptación de pasos propios y de propias búsquedas. Debe ser un orgullo tenue, personal, solitario. Un orgullo que, en ocasiones, es también su única defensa.

El ser de palabras vive su búsqueda en estricta soledad. Soledad y silencio son sus aliados fundamentales. En medio de ellos, se descubre a sí mismo y conjura la indescifrabilidad de lo exterior para aferrarse a sus descubiertas o intuidas opciones. La soledad del ser de palabras le sirve, más que para abstraerse del mundo, para descubrir ciertas peculiaridades del mundo dibujándose en su propio rostro y para ordenar los territorios de su conciencia. Con la soledad llega, también, el aislamiento y el asilo. Sobre todo el asilo: éste lo previene de cuanto puede ser fortuito y circunstancial, y lo fortalece ante lo imprevisible. El asilo le permite conjurar diversas inseguridades y temores: al fracaso, a la anonimia, al desvanecimiento. Escribir es, para el ser de palabras, una manera de asilarse en sí mismo, de permanecer dentro de un orden que le permita ciertas íntimas formas de coherencia. En el asilo el ser de palabras reconoce sus espacios, aprende de sus recuerdos y define su significación presente.

SOBRE LA SORPRESA DE UN EDITOR...

Recuerdo hace algunos años haberme sorprendido de la sorpresa de un conocido editor en mi país, ya fallecido, que me decía no entender mi esfuerzo por seguir escribiendo a pesar del muy escaso interés que mis libros podían tener para el público. Le respondí que mucho más me sorprendía a mí su sorpresa. En nuestro mundo, en nuestro tiempo de mercancías y ganancias, contemplar el mundo de la escritura a través del éxito de ventas es un criterio acaso comprensible, pero insuficiente, y, desde luego, muy empobrecedor.

viernes, 9 de julio de 2010

LAS PALABRAS LIBRES....


Las palabras libres, escritas, dichas, dibujadas sobre el espacio de la página que las acoge, a la vista de cualquiera, de todo lector capaz de encontrarlas; sin intermediaciones, sin trabas, sin la complicada intervención de estados o mercados, sin la contaminación de muy ávidos editores. Palabras colocadas sobre ese lugar al que cualquiera pueda acceder. En fin: el sentido de la escritura, la razón que siempre debió ser la de la escritura.

ESCRIBIR... ¿UNA JUSTIFICACIÓN?

Escribir... ¿Acaso una justificación? ¿Una manera de decirnos y decir que estamos vivos, que somos? ¿Una forma de acercarnos al significado que puedan poseer y haber poseído nuestros días?

jueves, 8 de julio de 2010

¿QUÉ BUSCAMOS AL ESCRIBIR?


¿Qué buscamos al escribir? Quizá, por sobre todo,justificarnos; legitimarnos en nuestras nombradas comprensiones y verdades . Nuestro pensamiento es nuestra atalaya del mundo. Él convierte lo que nos es exterior en parte esencial de nuestro universo interior. Nuestro pensamiento: aliado esencial en la experiencia de vivir y en el descubrimiento de esas verdades que nos van ayudando a vivir.