viernes, 1 de octubre de 2021

 

Dar un nombre… 

Dar un nombre a nuestros demonios, a las secuelas de nuestras decepciones y fracasos.

Dar un nombre a referencias ajustadas al tamaño de nuestros sueños y promesas.

Dar un nombre a convicciones y verdades que, perteneciéndonos, pertenecen, también, a muchos otros, tal vez a casi todos.

Dar un nombre a espacios nuestros hechos de ilusiones y de una individual voluntad de destino.

Dar un nombre a íntimas rutinas capaces de sostenernos en medio de lo impredecible y lo precario.

Dar un nombre a banderas que son nuestros emblemas de impulsos y razones, de metas y promesas.

Dar un nombre a cuanto nos resulte útil, personal y necesariamente útil.

Dar un nombre a cuanto estéticamente nos expresa: reflejo de nuestro espíritu y nuestra más íntima libertad.