viernes, 25 de septiembre de 2020

NINGUNA EXISTENCIA HUMANA PODRÍA SER MUDA

 

 

 

    Ninguna existencia humana podría ser muda. Todas nuestras experiencias y memorias, todos nuestros aprendizajes y deseos están destinados a convertirse en voces. Vivimos en un mundo de palabras. Somos palabra. Volcamos nuestras ideas, imaginarios, recuerdos y deseos en voces con las que nos relacionamos con nuestra existencia y con la existencia que compartimos con otros.

    Las voces son acto creador; creación, incluso, de nosotros mismos. Al nombrar somos. Al nombrar creamos un orden desde el cual entender y entendernos. Alguna vez habló Heidegger de la muy humana necesidad de “aumentar la vida”. Cito sus palabras: “Toda vida que se limita únicamente a la mera conservación es ya una decadencia.” Aumentar la vida, por ejemplo, en la escogencia de un orden verbal donde reconocernos: orden nuestro que priorice unas cosas y desestime otras; que nos oriente, nos haga preferir, nos lleve a elegir y a rechazar y a decidir; orden donde apoyarnos y definirnos frente a la indiferencia del mundo. Orden convertido en traducción personal de un confuso diseño universal.